Después de haber tenido a mi hija por cesárea
de urgencias tenía mas que claro que la experiencia de re-vivir una cesárea era
algo que definitivamente NO quería volver a vivir jamás, y que en mi segundo
embarazo haría todo por poder dar a luz
por el camino normal.
Desde hace dos meses, que el fin de mi segundo
embarazo se aproximaba teniendo la opción de programar una cesárea luché contra
viento y marea para no tener que recurrir a la cirugía, fui paciente y fuerte,
luché también contra mi ansiedad y con los largos días que implica el último
mes, pasé por la semana 37, 38, 39, 40, 41 y casi llegué a la 42 hasta que por
fin naturalmente empecé trabajo de parto un martes a las 11:00pm. (día 1)
(día 2) Siendo ya las 5:00am y no pudiendo mas
con los dolores de las contracciones de la naturaleza salvaje y teniendo en
cuenta que un segundo bebé llega mas rápido (eso creía yo) le pedí a mi esposo
ir al hospital, empecé entonces trabajo de parto normal y viví durante todo el
día (y la noche) los dolores normales que implica un parto.
Ya casi llegando al día 3 la comadrona me dice:
“ya vamos en 9cm pero el bebé no baja, si bajara un poquito lo podríamos ayudar
a salir pero no ha bajado ni un poquito y el tiempo se agota, si no desciende
en los próximos minutos tendremos que ir a buscarlo” y yo siendo más optimista
que inocente y esperando escuchar otra respuesta pregunté: ¿buscarlo como? y fue cuando escuché la
respuesta que no quería escuchar y que en mis largas semanas de espera siempre
temí: cesárea
No se diga más, la esperanza es lo último que se pierde y todavía en ese momento
esperaba poder dar a luz por la vía normal, hasta que entro él y sin decir nada
entendí que ya todo estaba dicho, lo supe porque ya había caminado ese mismo
camino en el parto de mi hija… el obstetra venía para llevarme a quirófano.
Y es cuando te dan esa bebida y te cambian de
camilla y empiezas a ver las luces de los pasillos como un paciente de
"Dr. house" y en cuestión de segundos ves no se cuantos médicos ya
con la cara tapada y empieza Cristo a padecer… y yo a temblar y a temblar y a
temblar, no voy a entrar en detalles de lo que físicamente se siente porque por
la anestesia gracias a Dios dolor no hay, pero a mi el miedo siempre me susurro
al oído, porque me empezó a doler tanto el corazón que no paraba de pensar que
podía tener un infarto, y no podía dejar de pensar que tenía la muerte al lado
y es cuando uno pasa desde el ángel de mi guarda hasta el santísimo justo juez
y yo no dejaba de pensar que mi hija, mi ángel, mi sol estaba en casa
esperándome y que estaba teniendo otro ángel maravilloso que al igual que ella
necesitaban de mí para crecer.
El miedo que tuve durante todo el tiempo fue
tan grande que opaco la felicidad que tuve cuando me mostraron a mi hijo, puedo
decir que vine a respirar un poco mas tranquila cuando lo pusieron junto a mi y
pude tocarlo y sentirlo.
Con tanta droga que me dieron mi memoria llega
hasta cuando estaba en la sala de recuperación y vi entrar a mi esposo con él
bebé en brazos y los tres minutos que le siguen, de ahí hasta el otro día que
gracias a Dios cocida por dentro y agrafada por fuera vi a mi bebé desde su
cunita de vidrio dormir tranquilito y en paz.
Han pasado ya diez 10 días y he tenido una
excelente recuperación, estoy triste porque durante dos meses no podré cargar a
Jus que siempre me pide los brazos, entonces desciendo a su altura y la abrazo
fuerte para que no sienta que ya no la quiero y así voy tomando un día a la
vez, no me puedo quejar, todo esta bien y después de 5 largos días en el hospi
ya estamos en casa todos completos y felices, pero si ustedes me preguntarán
por una cesárea, mi respuesta es no gracias.
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